El PSV fue el viernes por la noche, en su propio Philips Stadion, claramente superior a Fortuna Sittard y eso, en líneas generales, sí fue apreciado por el Philips Stadion, aunque a menudo siempre hay un “pero”.
Desde hace ya varios años, al club le va bien a muy bien tanto en lo deportivo como en lo financiero. Para algunos, con énfasis en algunos, nunca es suficiente. Criticar es lo más fácil y nunca estar satisfecho también. Valorar y expresar esa valoración resulta para algunos, con énfasis en algunos, a menudo más complicado.
El equipo de Peter Bosz fue especialmente dominante antes del descanso e impuso por completo su voluntad a los limburgueses. Se ganó 5-2 gracias a un doblete del enrachado Ismael Saibari y a los tantos de Dennis Man, el suplente Ricardo Pepi y Guus Til.
Hay individuos —cuesta incluso llamarlos aficionados del PSV, y quizá sea solo uno— que, tras unos cuantos pases errados, ya empiezan a pitar. Muy tenue y bastante corto, pero de vez en cuando audible. El viernes por la noche volvió a suceder. El reloj aún no marcaba 6 minutos y el primer aficionado, seguidor o más bien criticastro, ya había llevado los dedos a la boca.
El Philips Stadion puede ser un estadio con un ambiente extraordinario. Especialmente en las noches de Champions League es un auténtico disfrute, y no son pocos los periodistas de medios extranjeros pero también nacionales que valoran, e incluso elogian, la atmósfera del estadio tras quedar gratamente sorprendidos o asombrados. El Philips Stadion puede estallar de entusiasmo, alegría y apoyo; con énfasis en “puede”, porque con la misma frecuencia sucede lo contrario.
Un partido en casa contra el Nápoles no es realmente un baremo, porque el desarrollo del marcador acompañó. Al fin y al cabo, tras el 0-1 se empató bastante rápido, pero un duelo europeo en casa en el que las cosas no fluyen, como la temporada pasada contra el FK Shajtar Donetsk, sí es un baremo. Tras un 0-2 al descanso, el Philips Stadion obsequió al equipo con una sonora y bastante generalizada pitada, cuando un partido al máximo nivel europeo es algo muy distinto a uno de la Eredivisie. La probabilidad de que la ventaja aparezca pronto en el marcador es, por tanto, menor. No fue hasta bien entrada la segunda parte, tras la tarjeta roja para el FK Shajtar Donetsk, cuando el Philips Stadion decidió apoyar al equipo. El resto es historia, porque todos sabemos cómo terminó aquel partido.
El viernes por la noche, nuevas pitadas en el Philips Stadion. Especialmente en la segunda mitad, que por supuesto también fue por debajo del nivel esperado. Una parte del Philips Stadion sigue creyendo que está viendo un videojuego. Semana tras semana hay que desplegar un fútbol ultrabrillante, preferiblemente unas 55 a 60 veces por temporada. Ese sector mimado y ultracrítico del Philips Stadion no logra establecer la conexión de que animar aporta más que silbar. Animar, por tanto, apenas se ve en el Philips Stadion, salvo en contadas ocasiones.
La grada Este y parte de la grada Norte son una excepción positiva a lo anterior. También contra el Fortuna Sittard, esa parte del Philips Stadion demostró saber apreciar de verdad los rendimientos de las últimas 4 a 5 semanas, animando al equipo con 3-1 y 4-2. Y eso condujo de inmediato a más goles. Ese afortunadamente pequeño, aunque a veces ruidoso, sector del Philips Stadion que, como un niño pequeño e insatisfecho, se lleva los dedos a la boca para manifestar su descontento, debería preguntarse si no sería mejor para todos quedarse en casa. Se le echa de menos como a un dolor de muelas...